domingo, 12 de marzo de 2017

ESOS FALSOS “SOLIDARIOS”

Se llama Javier, tiene 63 años, es noble pero gasta mala gaita, estamos los dos sentados esperando a un tercero. Un grupo de personas empiezan a montar enfrente de nosotros un puesto de estos solidarios, no sé de qué va la cosa, si la solidaridad es con Serbia, Segovia, Siria o Sofía Mazagatos, no tengo las gafas. Observo que mi amigo tiene la mirada centrada en uno de los tipos, su gesto refleja cabreo así que le pregunto ¿Qué pasa?. Mira ese cabrón (me dice) trabajé 20 años con él, jamás se solidarizó con ninguna causa, jamás salió en apoyo de sus compañeros y compañeras despedidos, ni cuando hacíamos paros y asambleas para reivindicar nuestros derechos o salíamos a la huelga, ni tampoco para apoyar otro tipo de causas, era lo que entonces y ahora se llama un esquirol. Yo levanto la mirada para ver quién es pero no le conozco, aunque si conozco a otros dos que están con él en el ajo, son de esos que están ahí para ver que beneficio les pueda reportar a ellos la causa, no lo que ellos pueden aportarle  a ella. Son los típicos que buscan protagonismo, foto, portada, aprobación, palmaditas o publicitar su negocio, son gentuza sin más ideología que la de velar por su morro y sus intereses, eran unos falsos antes y lo son ahora, aunque (como dice mi amigo) tienen una capacidad terrible para camuflarse y mutar ,aparecer como los salvadores del invento, son cínicos hasta la saciedad, chaqueteros, van de oca en oca y saben muy bien aprovecharse y moverse entre este tipo de historias, elegir el momento para sacar tajada y hacer un lavado de imagen, y lo peor de todo, lo consiguen, estos no hacen nada si no obtienen rédito a cambio. La solidaridad es otra cosa (me dice Javier) y a continuación me cuenta una historia:
Hace dos años, a una familia del barrio se le torcieron mucho las cosas, me enteré que entre su círculo más cercano de amigos (de manera muy discreta) estaban recaudando algo de dinero para echarles una mano en la medida de lo posible, apenas los conocía porque apenas hago vida allí, pero me quise unir a lo que me pareció un bonito gesto y aporté 30 euros, era todo lo que mi economía podía soportar. Me consta, que al final la colecta llego a los 3800 euros más un lote de alimentos considerable que cedió un supermercado de la zona. Sorprendentemente, en menos de casi un mes la vida para esta familia dio un vuelco a su favor, por lo que decidieron devolver parte del dinero que no habían gastado y que eran alrededor de 2000 euros .Como no había forma de repartirlo entre todas las personas que habían contribuido a ello, se les dijo que harían con él lo que creerían conveniente.
Supieron  de otra familia que no pasaba por un buen momento, así que les hicieron  llegar mil euros con una nota (no se su contenido) los otros mil fueron a parar a un par de causas humanitarias que ocurren fuera de nuestras fronteras, y así fué como la solidaridad de unos cuantos vecinos de un barrio obrero recorrió miles de kilómetros. Así se hacen las cosas, pero eso no nos gusta, nos gusta la solidaridad con titulares y contra más testigos mejor, lo del anonimato y la discreción no va con nosotros, y así está esto, que apesta a gentuza de las cloacas esperando sacar tajada hasta de las miserias que asolan este mundo.
Mi amigo me mira fijamente a los ojos y me pregunta ¿Qué opinas?

Y yo le contesto: que eres un gilipollas, sin ánimo de lucro pero un gilipollas, mientras saco de la mochila dos bocadillos de rábanos con carioca rebozada en salsa de uñas de jirafa de Sabadell.Patxi Sagarna