miércoles, 12 de marzo de 2014

Los guardas jurados y la Susi

Cuando bajo a currar y paso por el apeadero ahí suelen estar alguna vez, con ese atuendo para policial que tanto les gusta exhibir, botas militares, pantalones semiantidisturbios, algún osado se atreve a llevar verduguillo y otros están con el pinganillo ese de marras que le da a la historia un aire importante y a su vez un toque de misión con peligrosidad y demás fantasmadas, aunque luego el pinganillo no les valga para mas que escuchar el sonido de los whatsapp que les manda la parienta, al fin y al cabo, ella se llama Susi y trabaja de asistenta en casa de un sargento de los picoletos y las malas lenguas dicen que hace algo mas que limpiar el polvo, en fin, todo por la patria.
Los hay que se han metido en esto por que no encontraban ningún trabajo mejor, trabajan sus horas y procuran pasar desapercibidos mientras prueban haber si sale otro currelo mas apto que este de hacer el cantamañanas disfrazado de mamarracho. Pero tambien los hay soñadores frustrados, esos que quisieron ser guardia civil o madero pero se quedaron por el camino por que ni ahí los querían, son tipos a los que les encantaría pedirte el DNI o cachearte pero se tienen que reprimir por que no tienen ninguna autoridad para hacerlo y por que uno les puede mandar a tomar por culo con toda la tranquilidad del mundo y sin que suponga delito alguno (yo lo hice 2 o 3 veces). Son sujetos a los que les encantan las peliculas de Steven Seagal, Rambo o la jungla de cristal 23. Son la autoridad frustrada y embutida en un uniforme que deja al aire todos sus complejos y miserias, les encantaría, aunque solo fuera por un día o unas horas, colocarse un casco antidisturbios y un pelotero, pero se tienen que conformar estando en la puerta de un supermercado, una fabrica o un todo a cien, ni siquiera cumplen el efecto disuasorio que quisieran, ya que algunos parecen sacados de una comedia sobre el ejercito italiana de aquellas que solía interpretar Alvaro Vitali.
Pero así están las cosas en este país, que a cualquier imbécil le ponen una placa y una porra sin mas preparación que la de su propia estupidez.
Patxi Sagarna