lunes, 10 de diciembre de 2012

Mi jinete PALIDO


Siempre con la soga al cuello.
Con la muchedumbre dispuesta al degüello.
Muchos duelos, muchos amores, demasiado fuego y pocas esperanzas.
Cuantos cabalgaron contigo buscando fortuna, soñando un destino. Ni siquiera el amor te dió suficientes latidos  
Sembraste odio, dejaste cadáveres, te cerco el enemigo
No importaba el dinero, alma errante has renunciado al te quiero. Mirada de bandolero, cuantas veces te dieron por muerto
Ya no quedan licores en la taberna de al lado, tus manos temblorosas apuraron hasta el ultimo trago.
Los minutos son interminables en la celda antes de que cante el gallo. La horca espera, el verdugo un lacayo. El sheriff sonríe y te ofrece un cigarro. Su mujer fue tuya en el pasado y el por fin te verá ahorcado.
El cura se niega a escuchar las blasfemias de tu ultimo respiro.
Te rezumban los cánticos que vienen desde el salón. El pueblo esta embriagado, el pueblo esta maldito.
De repente, oyes una voz a lo lejos pronunciar tu nombre. Se abre la puerta, han corrido los años, pero no te cuesta reconocer su rostro. Es ella. Jamás te olvidó, viene a reconciliarte con el castigo y te dirige las ultimas palabras;  no debiste pactar jamás con el diablo amigo
Rostro cansado, jinete pálido, no busques venganza en el pasado, lo que te atormenta lo montaba tu caballo.
Adiós maldito amigo, que ardas en el infierno.